No desprecies las rosas del azar o de la fortuna; antes bien, acepta
complacido la generosidad de sus regalos. Atiéndelos con la vehemencia
que se percibe en la claridad de tus ojos. Gózalos como bienes generados
en la miel, porque ellos te llevarán a la dulzura. Toma tu parte del
botín y exprímela hasta el desvanecimiento. Luego entona con júbilo las
alabanzas que la diosa merece.
Se me ha caído de golpe
la vida sobre la espalda.
Y me ha cargado los hombros
de pesos que no se aguantan,
de cosas que me decías
y se desdicen por falsas,
de besos que se han torcido
y en otros labios se estampan,
palabras que fueron flores
y que hoy se visten con faldas.
Bajo la cruda justicia
que el sol imparte en las eras,
el trillo arrastra en redondo
sus duros dientes de piedra.
Del trillo tiran dos vacas
y de las vacas la inercia.
Un hombre lleva a sus rabos
una guiada y dos cuerdas,
una banqueta, una pala,
una actitud soñolienta...
Foto de los últimos años 60, familia Estrada, Muelas de los Caballeros (Zamora)
La siega del pan
A Tere, con quien he compartido la hoz. A Charo, que puso siempre la risa.
En los carrascos del teso,
que abundan en abuyacas,
tienen su vasto concierto
las chicharras.
Abajo, junto a los chopos,
está el concierto del agua.
Entre los dos, la pendiente
con una alfombra de paja:
paja de trigo o centeno
paja de avena o cebada.
Viene con lentitud,
casi con parsimonia,
pero, como ave de rapiña
que no suelta la presa,
va minando el impulso
de nuestra sangre, socavando
la firmeza del corazón
y restándole bríos
al indómito potro del espíritu.