Mariano Estrada, en Muelas, 1980
Retrato
Soy
astilla de fuego,
copo
de nieve,
pelo
cano de hombre,
risa
de nene.
Soy
enero y agosto,
julio,
diciembre,
soy
la nube y el claro
de
la intemperie.
Una
mota de escarcha,
un
sol de fiebre,
soy
un halo de vida
y
un gel de muerte.
En
la calle soy gente,
padre
en la casa,
en
el sueño soy libre
como
la llama.
Soy
la luz y la sombra,
la
calma, el trueno,
de
las cosas dispares
lo
más extremo.
Mas
también soy el nudo
de
mis contrarios,
en
el bien de mi bueno
tengo
mi malo.
Soy
vagido de niño,
canto
de viejo,
cabellera
de ángel,
tripa
de perro.
Polvareda
de tierra,
grano
de trigo,
tronco
seco de árbol,
cepa
de vino.
Tengo
un tallo de cardo,
otro
de espino,
y
unos cuantos de flores
para
el amigo.
Sin
embargo en mi escala
de
agudos-graves,
soy
un poco de todos
sin
ser de nadie.
Porque
dándome a hijos,
amigos,
padres,
procuré
ser yo mismo
dándome
en parte.
Y
sentir no he sentido
dolor
completo,
ni
mi amor fue tan grande
que
fuera eterno.
Que
si bien sufrí mucho
y
amé bastante,
lo
bastante fue menos,
lo
mucho, casi.
Se
me va, pues, el tiempo
en
ir mirando
unas
veces arriba,
otras
abajo.
Hacia
abajo soy medio,
medio
hacia arriba,
variación
y contraste,
verdad,
mentira.
Donde
ahora me afirmo
vuelvo
a negarme
y
pendulo entre extremos
equidistantes.
En
el sube y el baja
-también
es cierto-
la
mitad de la vida
miro
hacia el medio.
Y
no es bueno ni malo
que
esto así sea,
es
que no son las cosas
de
otra manera.
Del
libro Mitad de amor, dos cuartos de
querencias (1984)
Mariano
Estrada www.mestrada.net Paisajes
Literarios
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