jueves, 25 de agosto de 2016

Luz, intensidad, policromía


Villajoyosa, entre La Caleta y El Charco. Foto M. Estrada


Luz, intensidad, policromía
     
No arrincones la luz en el instante blanco
ni encarceles el mar en su color más pródigo.

Porque esa percepción,
sublime y limitada,
proviene del relámpago fugaz
o tiempo exacto en que la luz es fuego.

Desgrana el arcoíris, la pasión
diversa, los carbones encendidos,
el beso atemperado
en el envés de la ceniza.

Asume el mediodía de un espejo
en sombra,
la cara B, donde se mira el norte,
la duda, el desamor,
los apagones de la sangre…

Acepta los visajes de la noche,
los que fluyen del mar con un pregón de pífanos
y encadenan las aguas
en un rabión de luna.

Y aun del otro mar, más íntimo y oscuro,
que se alza en los ocasos
como tea de luz repercutida.

Amaina, viento, solitaria
alfombra del cantil o de la nube.
No tripules el mar con un pronombre solo
ni cabalgues la luz en exclusivas blancas.

¿O crees que el amor es siempre cenit,
apolíneo, brutal, eternamente ciego?

Del libro Desde la flor del almendro (1995)

Mariano Estrada, 25-08-2016

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