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El adiós
Pero nada dijo
con su boca helada,
porque estaba muda,
muda, no callada.
Muda y antes ciega,
toda enamorada,
con dos ojos limpios,
de mirada blanca.
Del libro El cielo se hizo de amor (1986)
Mariano Estrada www.mestrada.net Paisajes Literarios
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