El Charco, Villajoyos. Foto MEstrada
Ocaso
En este justo instante
(pasado ya, pero a la vez eterno),
mis ojos participan de una luz
que, accidentada,
roza los lindes de la noche
donde abreva la paz y
despereza sus ascuas la memoria.
El pasto de la tarde es un geranio incierto
que vierte en el perfil
una seroja
lenta.
Un muro de pavés
-togado de vapor y de relente-
levanta frente a mí
un ataúd levógiro.
(O al menos subdivide la pasión
-ya efímera- del rayo
en un fuera y un dentro).
Así,
como evidencias de la sombra,
me inundan las cenizas de dos
campos de luz crepusculares
que arrastran en sus lirios una idéntica muerte.
Ésta que a mí me deja a oscuras
mientras oigo los látigos del mar.
Del libro Desde la
flor del almendro (1995)
Mariano Estrada www.mestrada.net
Paisajes Literarios
QUE BONITA LA DESCRIPCION DE ESE OCASO ,PERCIBIENDO EL SONIDO DEL MAR!!!!!!
ResponderEliminarEs un poema viejo,Marisol, pero recuerdo perfectamente ese ocaso. Si cierro los ojos es como si lo estuviera viviendo otra vez. Así fue de intenso.
ResponderEliminarMARAVILLOSO!!!!!!!
ResponderEliminarGracias, Marisol: hay que ver lo que se puede decir con una sola palabra. Gracias. Un abrazo
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